Por Martha Lorena Uriostegui Fiegueroa.
Casi todo en nuestra vida está influido por el sonido. Nos proporciona información sobre el mundo que nos rodea, ¡y tú puedes darte cuenta de los que te rodean incluso en la noche!
Cuando todo está silencioso y muy callado, oímos el sonido de nuestra propia respiración y tal vez el de algunos autos o camiones a lo lejos.
Si nuestra ventana da al jardín, podemos escuchar a los pequeños insectos nocturnos, como los grillos.
Buena parte de la información que recibimos del mundo que nos rodea proviene del tipo de sonidos que escuchamos.
Algunos son molestos porque transmiten mensajes urgentes, como el llanto de un bebé que tiene mucha hambre o algún malestar, el ulular de una patrulla o ambulancia que van de prisa para auxiliar a alguien.
El ladrido intenso e incesante de un perro ya que nos avisa de un posible peligro o el de una alarma que da la señal de un intruso.
Hay los que son agradables y nos ayudan a relajarnos y a sentirnos bien, como nuestra canción favorita, el correr del agua o el canto de las aves.
La lluvia, los latidos de nuestro corazón, ¡y seguro tú tienes un sonido que te agrada escuchar para sentirte bien!
La risa es un sonido que nos alegra y motiva a animarnos; los aplausos también tienen ímpetu que nos hace sentirnos bien.
Algunas veces podemos «sentir» su efecto porque las vibraciones que producen nos llegan hasta el cuerpo.
¿Qué sientes cuando despega un avión o cuando la música suena muy fuerte y recorre tu cuerpo desde las plantas de los pies hasta la cabeza?
Otras veces podemos ver los efectos. El ejemplo prefecto es una avalancha; que un disparo o una voz pueden producir suficientes vibraciones para iniciar una avalancha.
El sonido nos envuelve y nos muestra la relevancia de nuestro mundo sonoro.