Por Bruno Medina Ortiz
Una noche en 1940 en el Distrito Federal, México, nació una niña que desde pequeña estaba interesada en la astronomía y las estrellas: Silvia Torres Castilleja.
Pero no fue hasta que en 1958 comenzó sus estudios de física en la Facultad de Ciencias de la UNAM y se fue metiendo poco a poco en el tema de la astronomía.
En el Observatorio Astronómico Nacional sacó buenísimas calificaciones y con esfuerzo y dedicación obtuvo una beca se fue a estudiar a California. Después de un par de años obtuvo un doctorado en astronomía y se regresó a México para continuar con sus estudios.
Silvia Torres Castilleja, interesada en la ciencia y por lo que hay en el cosmos, siguió investigando.
Uno de los temas que más le interesó fue la composición química de los gases calientes en el espacio con el interés de determinar las propiedades de estos materiales con el fin de entender la relación entre los gases y las estrellas, y sus fases de evolución.
En 1974 ya sabía mucho más que con lo que empezó, y de hecho fue en ese año cuando comenzó a colaborar con la revista de Astronomía y Astrofísica Mexicana hasta 1998.
Luego se desempeñó como directora del Instituto de Astronomía de la UNAM de 2003 a 2006, fungió como vicepresidenta de la Unión Astronómica Internacional. Y si crees que se acaba ahí, pues no: en 2009, se incorporó al Seminario de Cultura Mexicana como una titular.
Actualmente, Torres Castilleja ha estado investigando sobre las nebulosas planetarias y, tras arduos trabajos y grandes investigaciones, en 2011 recibió el premio L’Oreal-UNESCO de la Organización de las Naciones Unidas por su gran aporte de las nebulosas planetarias.
Ha escrito y aportado en muchos libros como: «Nebulosas Planetarias», uno de los mejores libros, si se habla de astronomía, y hoy sigue aportando a la ciencia con nuevos descubrimientos.
Tenemos que entusiasmar a los jóvenes -hombres y mujeres- porque nos está faltando.
Silvia Torres Castilleja