Por Belem Capetillo
Hemos hablado ya sobre la crianza respetuosa y la crianza positiva, pero, aunque estos modelos tienen su base en el amor y la empatía, ninguno insta a los padres a decir «sí» a todo lo que sus hijos pidan. Si eres muy permisivo, esto te interesa.
Ser muy permisivo es la cualidad de quien tolera, incluso, la transgresión a las normas, es alguien que está abierto al intercambio de opiniones, pero termina por ceder de más.
Es verdad que los hijos de padres permisivos tienen una autoestima alta (por lo menos frente a los niños de padres autoritarios), sin embargo, también son pequeños con poca tolerancia a la frustración.
El problema de que un niño crezca con un papá permisivo es que tendrá problemas para relacionarse con los demás porque, en cada nuevo entorno al que se incorpore, hay reglas que deben seguirse al pie de la letra.
Además, este tipo de niños suelen ser caprichoso, intolerantes y tienden a esforzarse poco, pues creen que lo merecen todo. Esta actitud puede convertir a los pequeños en adultos «tóxicos» y groseros.
Los psicólogos afirman que un padre muy permisivo está fomentando en sus hijos rasgos narcicistas y ególatras, además, están dispuestos a desafiar a la autoridad en todo momento. Los padres terminan siendo esclavos de sus pequeños.
Dejemos bien en claro que las necesidades de tu hijo son unas, pero los caprichos son esas exageraciones a las que creen que deben tener acceso luego de acostumbrarse a la superficialidad.
Nadie dijo que ser padre sería fácil, pero cuando nos convertimos en un guía muy permisivo estamos coartando el desarrollo de los pequeños, no les estamos haciendo un bien, todo lo contrario.
Con esto no te estamos diciendo que debes ser rígido con tus métodos de crianza, pero, sin duda, hay que establecer límites saludables y hacerles comprender que son especiales y amados, sin embargo, no pueden pasar por encima de nadie.