Por Prof. Carlos Emir Núñez Díaz
Tras la pandemia, todo en nuestras vidas se ha visto afectado, desde la económico hasta lo educativo. Por ello hemos apostado por la educación en línea tanto como el modelo híbrido.
La respuesta a este tipo de educación es un desafío para todos: directores, coordinadores, maestros, alumnos y padres de familia.
Los profesores nos convertimos en alumnos de las nuevas tecnologías que hoy nos llevan a explorar un mundo nuevo y lleno de obstáculos a superar.
Debemos comprender un poco más a nuestros alumnos y obligarnos a repensar la educación del siglo XXI.
Los alumnos, por su lado, se han visto expuestos a que su manejo de redes sociales no los vuelve expertos en las tecnologías.
Pueden hacer un Tik Tok o subir una foto con filtro a Instagram, pero se ven incapaces de hacer una buena investigación o hacer uso de la paquetería de Microsoft Office.
No son maestros, ni expertos en las materias y no tienen por qué. ¿Cuál es el papel de los padres en relación con la educación en línea y la contingencia? Apoyar, comprender y facilitar.
La educación en línea no es una tarea fácil, sobre todo para un país dónde la educación tradicionalmente ha sido dentro del aula.
Ofrece un sinfín de posibilidades para poder mejorar el aprendizaje autónomo, pero también es un obstáculo para aquellos no dispuestos a aprender.
Lo primordial es comprender es que no estamos en la escuela, y a pesar de ser obvio, es necesario recalcarlo, debido a que el alumno no tendrá el espacio físico dónde acostumbraba aprender.
Ahora están en un lugar más familiar y cómodo, pero no por ello debe ser menos efectivo.
Otro problema importante es la falta de un mentor físico que aclare todas sus dudas respecto a las asignaturas. No es que el padre de familia no pueda aclararlas, pero no es el profesor, y ese cambio genera cierta incertidumbre en el alumno.
Por lo tanto, obliga al estudiante a buscar nuevas estrategias que le permitan aclarar sus dudas dentro de la red.
Otro cambio radical se ha dado en el trabajo colaborativo. Si bien se dificultaba estando en el salón de clases, ahora se facilita con el uso de tecnologías
Podemos editar un documento en tiempo real o hacer una videoconferencia grupal, haciendo que el trabajo colaborativo se vuelva más accesible e innovador.
Por último, debemos mencionar ciertos aspectos que pueden ayudar tanto a padres como a alumnos en esta nueva forma de educación:
emostrarles de lo que son capaces de hacer con tecnología (que conocen y manejan a diario) y que mediante estás pueden sacar un mayor beneficio para ellos.
En segundo lugar, es apropiarse del aprendizaje, lo que va de la mano con lo anterior y con la responsabilidad.
El alumno tiene trabajos por hacer y entregar, clases que tomar y hacer, pero ahora puede adelantar los contenidos, buscando información interesante que ayudará a la comprensión de la clase impartida por su profesor.
Cada alumno aprende a su estilo y modo. Si bien deben existir limites de entrega y trabajos con tiempo determinado. También se debe tomar en cuenta que no todos los alumnos aprenden tan rápido y que, por lo tanto, algunos necesitaran mayor apoyo.
Apoyo que podrán encontrar no solo en el profesor o padres, sino en la red, en videos, en artículos y en herramientas que la educación en línea ofrece.
Para concluir, la enseñanza en línea es un reto donde todos podemos aprender y mejorar nuestras capacidades. Es una oportunidad de crecimiento y que ayudará a nuestra calidad de vida.