Ser docente es tener vocación por la enseñanza y el aprendizaje

Por: Redacción

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Por Elizabeth Terrazas Farfán.

¿Qué es ser docente?

Ser docente es una profesión que se elige por vocación, pues no sería efectiva si no se anhelara impartir esta enseñanza. Es tener un papel muy importante en el desarrollo integral de tus alumnos, más allá de enseñar a leer, escribir, sumar o restar.

¡Es una gran responsabilidad porque tienes en tus manos la facultad de formar a una persona y la posibilidad de cambiar al mundo!

Ser docente es disfrutar, motivar y sentir pasión. Es estar 24 horas al día pensando cómo mejorar tu clase, cómo puedes hacer participar a todos tus alumnos.

El hacerles sentir importantes y darles fuerzas para seguir en momentos difíciles. Es conseguir que no «tiren la toalla», es ser exigente con ellos, pero también con uno mismo. Es ser creativo, curioso, inquieto e innovador.

¡También es aprendizaje para nosotros!

Sí, es una profesión en la que se aprende mucho, y a través de los años vas aprendiendo que no sólo compartes conocimiento, sino tu forma de ser y de vivir en el mundo.

Con ello transmites valores como el respeto, el amor, la igualdad y la tolerancia, aportando un granito de arena para ayudarlos a ser buenas personas.

Aprendes a emocionarte con sus nuevos logros y aprendizajes, a creer en sus procesos y capacidades, a recordar que todos somos diferentes, únicos y especiales, que el error es parte del aprendizaje (suyo y nuestro), que juntos aprendemos mejor y que hay mil maneras de aprender, ofreciéndoles todos los días la mejor versión posible de ti.

Se aprende a ser cómplice de sus travesuras cuando es necesario, acompañándolos en el aprendizaje de la madurez de sus actos.

A lograr que sonrían muchas veces en clase y, de vez en cuando, se rían a morir. ¡Porque reír es bueno! Reír es la mejor emoción, pues hace que el aprendizaje quede asegurado y se asocie a recuerdos felices.

En conclusión, ser docente es la mejor profesión cuando lo haces de corazón, es un acto de amor, no de sacrificio.

No hay mayor satisfacción al final del ciclo escolar que escuchar esa vocecita decir: «Miss, lo logré». Ser docente es la única profesión dónde más nos extrañan cuando faltamos, y más nos dicen que nos aman.

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