Por Belem Capetillo
También llamada «botella de la paz» o «botella mágica», es una manualidad que, además de entretener a tus pequeños, tiene un impacto significativo en su salud mental y emocional. Te enseñaremos cómo hacer el famoso frasco de la calma.
Es una de las técnicas educativas más conocidas del método Montessori, una corriente de filosofía de la educación que se basa en el respeto por la psicología natural del alumno. El frasco de la calma es justo lo que tus hijos necesitan.
Es efectivo para ayudar a tu pequeño a concentrarse, pero también es muy útil para ayudarlo a gestionar sus emociones, alejándolo así del estrés y la ansiedad. No es un castigo y no debería parecerlo.
El frasco de la calma es un bote lleno de diamantina y agua que está diseñado para ayudar a los pequeños a reducir los estados de enojo. Basta con que consignas un bote de cristal, diamantina, pegamento de glitter, agua templada y colorante artificial.
Vierte agua templada en el bote (de vidrio o de plástico) hasta llenar 1/8 del recipiente, añade 2 cucharadas soperas de pegamento y, más adelante, 3 o 4 cucharadas de diamantina y dos o tres gotas del colorante, de preferencia que todos los productos sean del mismo color. Rellena con agua y cierra con fuerza.
Cuando tu niño esté frustrado o fuera de sí, pídele que agite su frasco de la calma y la forma en que se mueven las partículas de diamantina es justo la forma en que sus emociones se salen de control.
La clave está en que lo acompañes siempre en esta actividad. Guíalo con algunos ejercicios de respiración y pide que se tome su tiempo para retomar sus actividades, que observe lo que sucede dentro del frasco.
Con el frasco de la calma, el pequeño tendrá la oportunidad de racionalizar sus emociones y ponerles nombre. Resulta clave que, luego de este ejercicio, hables un poco con él sobre cómo se siente, pregúntale, además, cómo puedes ayudarlo.
Verás que tu hijo podrá conectar mejor consigo mismo y, en consecuencia, con quienes lo rodean. Prueba esta técnica y cuéntamos cómo te va.