Por Yosadhara Rodríguez Marrón
¡Ya es nuestra asamblea escolar! Un ejercicio de participación sumamente interesante, del cual comparto unos antecedentes y exposición.
La filosofía ha sido una fuente de construcción humana desde la antigüedad y el saber dialogar, permite generar sociedades más justas y asertivas.
Desde temprana edad, el darle una voz a nuestro pensamiento, el escuchar atentamente para buscar alternativas conjuntas y el crear con la intención de construir una propuesta de cambio son elementos clave de este proyecto educativo.
Toda propuesta educativa debe tener una esencia, un alma que la defina y la dote de sentido.
En el caso de la asamblea escolar, la Filosofía para Niños, es esa razón de ser, la luz que guía la comunidad de diálogo y que permite establecer un espacio para formar habilidades cognitivas superiores.
Esta propuesta pedagógica, creada por el filósofo Matthew Lipman y la pedagoga Ann Sharp, parte de la idea de que no hay que decirles qué pensar a los niños, sino mostrarles cómo pensar mejor.
¿Cómo? Articulando 3 ejes de pensamiento vitales: el crítico con su lógica, el creativo con su propuesta y el cuidante, que orienta y da sentido ético, formando una tríada inseparable.
El ser parte de esta experiencia formativa les permite a los participantes un nivel de articulación de pensamiento distinto.
Así, la voz y la razón van desarrollándose a la par como un medio para el empoderamiento progresivo de los pequeños.
Aquí no sólo se habla: aquí se cuestiona, se argumenta, se escucha, se cambia de opinión, se convierte uno en un miembro más de una comunidad de indagación sobre la propia existencia desde una perspectiva tan especial como la mirada de un niño.
¿Cómo lo hacemos posible? Existen tantos medios diferentes detonantes que podemos emplear para desencadenar y orientar una comunidad de investigación como lo puede ser una noticia, un video, un acontecimiento, etc.
Porque la vida no pasa lejos de la asamblea, la vida se manifiesta y reformula en ella.
Asimismo, esta apertura también tiene que ver con las edades de los representantes que participan, yendo desde 1° de primaria hasta 3° de secundaria.
Así, las diferentes voces, formas de expresar y comunicar se compaginan en propuestas que trascienden la inmediatez del aula.
Desde celebraciones para sus compañeros, campañas de donación para los más necesitados en situaciones de riesgo, reflexiones sobre situaciones de conducta y sana convivencia.
El establecer conexiones entre ellos los hace sentir parte de esta comunidad de aprendizaje en constante evolución.
La asamblea escolar ya lleva cerca de 11 años de actuación como parte de nuestro proyecto educativo, pero esta propuesta formativa, al igual que la ciudadanía, no se limitan a un momento.
Trascienden y el objetivo final es que los pequeños sean ciudadanos dotados de un sentido ético que sean capaces de transformar su realidad.
Tú desde casa puedes continuar apoyando esta iniciativa que provee de autonomía, autogestión y autoestima a quiénes empezamos a practicarla.
–Ojos y corazones abiertos: Si ves que a tu pequeño le llama la atención algo, promueve que cree sus propias preguntas y ayúdale a descubrir su pensamiento expresándose con medios acorde a su edad.
–Escuchar es importante: al intercambiar ideas, déjalo que te comente cómo la interpreta, qué opina al respecto y por qué piensa de esa forma.
-Siempre cuidar: la razón jamás se separa del corazón, sus frases por pequeñas que sean, son una fuente de sabiduría innata. creen un lugar especial donde escribirlas y atesorarlas.
Eso también les permitirá ver los cambios en sus habilidades cognitivas.
¡Atrévete a filosofar y lleva la asamblea escolar hasta tu hogar!