Por Edith Gómez
En 2020 y gran parte de 2021, el «quédate en casa” se volvió norma y el mensaje que invadió nuestro entorno. Cambiaron rutinas e hicimos nuevos horarios, pero lo que nos mantiene a flote es la unión familiar.
La adaptación a ese cambio fue drástica y nos vimos obligados a ejercer nuestro papel de padre y madre las veinticuatro horas al día.
Los más de 18 meses de emergencia sanitaria nos han permitido desarrollar nuevas habilidades y destrezas que como padres no alcanzábamos a imaginar.
Adoptamos los roles de maestros (apoyando las tareas escolares), de compañeros de juego (compartiendo sonrisas), de psicólogos (manejando las emociones), y hasta de policías (marcando límites).
Y aunado a esto, no podemos olvidar el trabajo que desde casa tenemos que realizar, lo cual se ha convertido en todo un reto.
Por ello, la paciencia y el autocontrol fueron las virtudes en tendencia.
El tiempo que hemos compartido en familia es indudablemente lo más valioso. ¡La unión familiar se ha consolidado!
Hemos tenido tiempo para crear momentos memorables: para cocinar juntos, comer en familia, disfrutar de una película, volar una cometa o con juegos de mesa.
Pudimos disfrutar de la poesía, ser creativos con la fotografía, apreciar la naturaleza, practicar danza…¿cuántas cosas más?
Platicar con nuestros hijos ha sido su actividad favorita: hacer contacto con la mirada, ofrecer apoyo mediante una sonrisa o una caricia, sin prisas ni interrupciones.
La mayor alegría de nuestros hijos es saber que son escuchados y aprender a escuchar se volvió nuestro principal logro como padres.
Evidentemente nos volvimos más humanos, más sensibles y más cercanos. Sin duda, durante el periodo de contingencia, nos dimos el tiempo de poner al amor como protagonista.
¡Te invitamos a participar en los talleres de «Escuela para Padres» del Colegio Cuernavaca! Siempre podremos aprender en comunidad, siempre con unión familiar.