Por Psic. Irma Carolina Orozco Gallegos
¿Es posible controlar mis emociones? ¿Hay una fórmula, una receta para poder lograrlo? En este espacio vamos a brindar respuesta a estas preguntas. Veamos unos antecedentes.
Lo primero será definir qué son las emociones, para Fernández, Abascal y Palmero (1999) las emociones son procesos que se activan ante un estímulo exterior con el fin de poner en marcha recursos para controlar la situación.
Cada persona experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, su aprendizaje y de la situación concreta.
Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse. Pero, la mayoría de las veces se aprende por observación de las personas de nuestro entorno.
El psicólogo Daniel Colleman afirma que “existen habilidades más importantes que la inteligencia académica a la hora de alcanzar un mayor bienestar laboral, personal, académico y social” (1995).
Colleman escribió el libro «Inteligencia emocional» en 1995, y se refiere a este concepto como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones.
En esta ocasión nos centraremos en el manejo de las propias emociones. Ante la pregunta ¿Es posible controlar las emociones? la respuesta es, sí, pero sólo nuestras emociones.
No podemos controlar las emociones de otros. Y más que controlarlas podemos regularlas y gestionarlas. Es decir, podemos asumirlas, ajustarlas y hacernos responsables por el uso que les damos.
Mayer y Salovey (1997), definen que la Inteligencia Emocional tiene cuatro componentes: percepción, asimilación, comprensión y regulación y que es una habilidad que podemos desarrollar a cualquier edad.
En cuanto a la segunda cuestión, ¿hay una fórmula, una receta para poder lograrlo? La respuesta es, existen varias. Son distintas las estrategias que podemos adoptar para aprender a regular y gestionar nuestras emociones.
Salovey y Mayer proponen un método inteligente de manejar las emociones que incluye 4 etapas.
1. Identificar las Emociones en uno mismo y/o en los demás: implica, identificar que nos suceden a cada momento, reconocer la emociones para ser capaces de expresarlas ante los demás y alcanzar la capacidad de comunicarnos. Para poder hacer esto es necesario conocer las emociones.
2. Utilizar las Emociones: Tener el estado de ánimo adecuado para facilitar algún tipo de pensamiento.
3. Comprender las Emociones: El conocimiento de las emociones se refleja en nuestro vocabulario emocional y en nuestra capacidad para realizar análisis de emociones futuras.
4. Manejar las Emociones: mostrarnos abiertos a las emociones, sean o no bienvenidas, para poder elegir diferentes estrategias.
Dado que debemos comenzar por acciones específicas a continuación presentamos algunas estrategias para poder comenzar con el proceso:
Enseñar a controlar las emociones es diferente a reprimirlas. Es importante aprender a expresarlas de acuerdo con el momento, la situación y las personas presentes.
Debemos reforzar la idea de que todas las emociones son necesarias y que no existen emociones buenas o malas.
Céntrate en todo lo que sucede en ti, qué cambios notas en tu cuerpo, en tu mente, a que conducta o comportamiento te lleva, qué te apetece hacer cuando te sientes así.
Aprender a reconocer que las emociones no aparecen porque sí, sin razón aparente, sino que están asociadas a situaciones concretas.
Y que todos necesitamos saber lo que estamos sintiendo y que los demás lo sepan.
Hablar de cómo nos sentimos nos ayuda a pensar y actuar de la manera más adecuada. Si compartimos nuestras emociones, sean las que sean, nos sentiremos mejor y encontraremos ayuda en los demás.
Tener en cuenta que siempre tenemos la posibilidad de elegir. Elegir qué hacemos con el enojo o la vergüenza, debemos considerar opciones para descargar nuestras emociones sin dañarnos ni dañar a otros.
Uso de técnicas de respiración o relajación múscular. De esta manera podremos pensar con claridad y evitaremos comportamientos indeseados provocados por nuestro estado de activación.
Esto nos ayudará a disminuir la intensidad de la emoción al mismo tiempo que despejamos la mente para poder pensar con claridad y poder tomar decisiones.
stá opción puede resultar muy exitosa. Cuando cambiamos de actividad y nos enfocamos en otros fines lograremos experimentar otras emociones y pensar sobre las anteriores.
Pensar en un lugar con características de tu agrado. Puede ser el recuerdo de un lugar que ya conoces o de algún lugar que te gustaría conocer.
Pensar en lo que hay ahí y lo que harías ahí, ayudará bastante.
Buscar un espacio para estar solo, podrás liberar tus emociones a través del llanto, dibujo, música, juegos, lectura u otros. Puede ser muy útil.
Las personas emocionalmente inteligentes no sólo serán más hábiles para percibir, comprender y manejar sus propias emociones, sino también serán más capaces de extrapolar sus habilidades de percepción, comprensión y manejo a las emociones de los demás.
La mayor parte de las conductas se aprenden, sobre todo de los padres, de los profesores y de las personas que rodean a niños y niñas.
Para conseguir que aprendan a manejar adecuadamente sus emociones es necesario que los padres y profesores cuenten con la suficiente información como para poder regular y controlar sus estados emocionales y facilitar que los niños los aprendan y desarrollen.
¡Nunca es tarde para comenzar!
Fuentes:
El papel de la inteligencia emocional en el alumnado: evidencias empíricas (scielo.org.mx)
MANEJO de las EMOCIONES: 7 estrategias y técnicas con ejemplos (psicologia-online.com)